Porque, aunque fue una noche reñida la del Super Martes pasado, la victoria fue amplia; bueno, amplia para un país dividido y dentro del arcaico sistema electoral de Estados Unidos que necesita ponerse a la altura del siglo 21: Obama ganó con 303 votos del Colegio Electoral (a diferencia de 375 en 2008) y un millón de votos populares.
Así, el primer presidente afroamericano recibe otro mandato de cuatro años, que le dieron los latinos (69%), las mujeres (59%) y los jóvenes (60%). Tres minorías, que juntas son mayoría, con quienes Obama queda en deuda, una vez más.
Los hispanos le dieron el sí a Obama en rechazo al tono virulento de Romney contra los indocumentados durante las primarias así como su apoyo a la draconiana ley anti-inmigratoria de Arizona y su promesa de vetar el “Dream Act” —que ofrecería legalizar a muchos universitarios indocumentados.
Con ese voto de confianza que le dieron los hispanos, a ver si en estos cuatro años Obama logra definir una estrategia para sacar una reforma migratoria integral, “the whole enchilada”, uno de los grandes pendientes de su primer periodo.
Sospechamos que esta vez algo hará. Que sus esfuerzos no serán para impulsar la criminalización migratoria, el sello republicano. Sabemos que una propuesta suya a la Cámara de Representantes y el Senado no garantiza que pase sin problemas. La cadena Fox ya se lo advertía la noche de la elección: “Beware Mr President, tenemos la Cámara de Representantes” (244 contra 164 demócratas), pero esperamos, y la comunidad latina lo merece sin duda, haga su mejor esfuerzo para unir voluntades.
Desafortunadamente, hay evidencia de que el sistema electoral de Estados Unidos ha usado y luego descartado con relativa impunidad el llamado “voto latino”.
Pero, insistimos, hay que darle el beneficio de la duda a Obama. Cierto que serán cuatro años donde habrá que seguirse mirando al ombligo (¡es la economia, estúpido!) pero Obama ahora sí tiene la obligación de mover sus alfiles para ayudar a la legalización de los indocumentados.
Y la relación bilateral con Mexico deberá iniciar un trabajo coordinado, no centrado solo en la seguridad. Sí habrá que entrarle al tema de las drogas, por lo menos de mariguana.
¿Le interesará a Obama, por ejemplo, hablar con EPN sobre una estrategia ahora que en Colorado y Washington mayores de 21 años pueden fumar marihuana para uso recreativo? No olvidemos que México es el primer productor mundial de cannabis, de acuerdo con el Reporte Mundial de Drogas 2009.
Por más felicitaciones que haya recibido de políticos mexicanos, ¿estará Obama interesado en hablar con el nuevo gobierno mexicano a calzón quitado de este tema?
Este reciente cambio en la ley federal de uso de drogas en Estados Unidos denota una tendencia sin duda. Hacia la legalización, como bien puntualiza el ex canciller Jorge Castañeda.
Y no se vale que mientras México sigue poniendo los muertos, para el vecino del norte la marihuana sea para divertirse. Esa política contradictoria es insostenible para cualquier gobierno que se precie de tener dignidad.
Maria Lourdes Pallais es jefa redacción para Reporte Indigo
[Photo by kconnor]